Otras funciones psíquicas

El ánimo depresivo se muestra con toda su crudeza e intensidad. No es un sentimiento de tristeza, como una expresión afectiva frente a una pérdida. En realidad, un paciente con depresión se entristece porque se deprimió, porque perdió su eutimia y padece un intenso dolor psíquico. Se trata de una perturbación que deriva, casi en forma natural, en la dificultad para pensar y actuar, ya que hundido (depressio) en la negrura, se pierde el interés por el mundo externo y hasta el interés por la vida misma.
 
El polo de angustia suele ser matinal; es el momento del día en que peor se sienten, (el no poder salir de la cama, el no poder levantarse y hacer sus actividades diarias) y se van aliviando progresivamente hacia la noche. Un fenómeno muy común respecto a lo anterior es el típico comentario de “a la noche estoy como si no me pasara nada, ojalá durante el día estuviera así”. A esto último se le denomina variación diurna y es claramente observable en el subtipo melancólico de la Depresión.
 
El pensamiento del paciente también está retardado, con un contenido ideatorio prevalerte, según el caso, de disminución de la autoestima, autorreproches o ideas de ruina. En la forma melancólica, puede realizar una especie de acopio de sucesos, eventos y situaciones penosas de las cuales se siente y se hace delirantemente responsable.
Sin embargo, más allá de las alteraciones de los contenido del pensamiento, el depresivo no puede pensar, es decir, no puede desarrollar una actividad preparatoria para una acción específica modificadora y creativa sino que, por el contrario, cavila; cavila monotemática y repetitivamente con y sobre su queja, sin provecho o acción específica alguna. Las expresiones somáticas de la depresión son habituales, sobre todo cefaleas y algias epigástricas, con perturbaciones en el funcionamiento del aparato digestivo (constipación o diarrea).
Por otro lado, en la depresión son comunes las alteraciones del a capacidad cognoscitiva y de la memoria, con serias dificultades también en la concentración, salvo cuando se habla de su padecer. Esto constituye un serio obstáculo en la recuperación, por lo que debe insistírsele que no realice tareas complejas, ya que por el fracaso en la realización se incrementa aún más la sensación de inutilidad y se cierra un círculo vicioso: por la astenia y adinamia suelen quedarse acostados la mayor parte del día (la cama me tira dicen) o hacen su activación para ir a acostarse nuevamente.
Los depresivos también padecen perturbaciones del dormir, el insomnio es el acompañante habitual de las noches de estos pacientes. En la depresión Ansiosa, el insomnio suele ser de conciliación, le cuesta dormirse y por lo regular recurre a diferentes medios, farmacológicos o no, para hacerlo. Este insomnio de conciliación puede quedar enmascarado por el síndrome del lector; es decir aquellas personas que racionalizan su insomnio, dicen que no pueden dormir sin leer algo y de manera literal caen dormidas. En la actualidad detectable como el televidente de trasnoche, se percatan de su dificultad al faltarles el estímulo.
De igual forma, los pacientes depresivos pueden padecer de insomnio medio, se despiertan en mitad de la noche y no pueden o les cuesta conciliar el sueño nuevamente. En los dos casos anteriores, si la ansiedad es muy intensa suelen quedarse en una inquieta y rumorosa letanía acerca de lo que les ocurre. El insomnio tardío o despertar temprano es característico de las depresiones melancólicas y es el momento de riesgo suicida.
Algunos pacientes mejoran notablemente el ánimo luego de varias noches de insomnio, otros tienen un cierto tinte irritable posterior, al que ellos mismos llaman fastidio. (véase ciclo del sueño)
En contraposición, la hipersomnia es un síntoma que también se presenta en la Depresión, pero ésta es característica de las llamadas depresiones atípicas. Por otra parte, algunos episodios o abuso de sustancias, sobre todo con sedantes o estimulantes del Sistema Nervioso Central, pueden ser manifestaciones del cuadro depresivo. A través del consumo de los Depresores del Sistema Nervioso Central buscan, por el efecto sedativo, disminuir la intensa ansiedad persecutoria que padecen.
Con los estimulantes del SNC intentan instrumentar una defensa maníaca de negación del sufrimiento, confundiendo la euforia con la no-Depresión. Otro estimulante, el alcohol, puede funcionar de las dos maneras, sin embargo, está comprobado que el alcohol induce y agrava la Depresión. Los pacientes que continúan consumiendo alcohol después de responder a un antidepresivo están más cerca de fallar que de completar la continuación del tratamiento con el mismo antidepresivo. El deseo sexual se empobrece y también pueden aparecer la impotencia o anorgasmia. La mujer padece alteraciones del ciclo menstrual, que pueden ser hipo, hiper o amenorrea, como también alteraciones en la duración de los ciclos.

Véase fisiología del placer

Un cuadro a tomar en cuenta, el cual puede confundirse con un episodio esquizofrénico, es el Delirio de Cotard; se trata de un cuadro melancólico con ideas delirantes de transformación física, putrefacción y negación de los órganos internos.

Las ideas suicidas son un factor habitual en la evolución de la Depresión, pero pueden hacerse evidentes o no.

Aproximadamente un 15% de los pacientes internados por depresión han cometido un intento de suicida y el 15% de los que padecen formas severas de depresión se encuentra en riesgo durante el primer mes.

 Por otra parte, se calcula que el 70% de los suicidas padece depresión y un porcentaje similar visitó al médico unas seis semanas antes del acto.
Se debe considerar una situación de alto riesgo suicida cuando el paciente padece y hace referencia a una profunda desesperanza (hopelessness), incrementa su desesperación o, por el contrario, no habla más del tema y parece tranquilo. Lejos de mejorar, éste es el momento de mayor preocupación para el profesional dado que el paciente ya ha tomado la decisión y entra en una fase de tranquila espera hasta el momento del acto, lo que suele sorprender a todos.
 
No debe pensarse que porque el paciente no habla más del tema el peligro ya pasó, o por el contrario, cometer la imprudencia de creer que cuando el sujeto manifiesta sus deseos en forma abierta significa que no lo va a realizar, como el dicho popular sugiere “perro que ladra no muerde”. No sé si deba incluirse el dicho popular Debe tenerse el mayor cuidado pues el suicida es un paciente de riesgo y se requiere tomar todos los recaudos para preservarlo de sí mismo.
La desesperanza que experimenta no es una desesperanza cualquiera, es una desesperanza del Self, ya que no hay nada que pueda promover su bienestar, placer o satisfacción y es diferente de la sensación de desamparo que se refiere al medio, el que puede ser modificado por reacciones propias o ajenas. Sin embargo, la repetición de situaciones de desamparo lleva a la sensación de no salida y desesperanza. Ésta se incrementa, más aún, cuando el sujeto se siente encerrado; el pasado lo acusa y condena, el presente le es altamente frustador y el futuro es incierto y más amenazante aún.
Por ello, los siguientes aspectos se consideran factores de riesgo suicida: 1: la edad (mayor de 60 años), 2: la vida solitaria (la proporción de suicidas es mayor entre solteros y separados), 3: la pérdida reciente de la pareja (sea por ruptura del vínculo o por muerte) y 4: en caso de enfermedad recurrente, el comienzo en edad temprana del cuadro. Otros factores son: la mala salud, la falta de canales sociales adecuados, suicidios recientes de seres queridos, la sensación de fracaso y la personalidad impulsiva o esquizotípica. Las estadísticas indican que el sexo femenino es el que mayor cantidad de intentos realiza pero es el sexo masculino el que en mayor proporción los consuma. La población etaria de mayor riesgo es la de los gerentes, alrededor del sexto decenio de la vida
Sin embargo, vale la pena aclarar que no todo paciente suicida es un depresivo. Un esquizofrénico también se puede suicidar al tener un momento de mejoría y percatarse de la desintegración de su aparato psíquico o porque agotado, hastiado de su enfermedad, decide no vivir más con ella y se suicida. Alejandro Gómez Chamorro comenta que los sujetos se suicidan por su enfermedad y no por su locura. De hecho, algunos pacientes han referido la idea suicida como una muerte para una reencarnación posterior, una fantasía de volver a empezar de cero.
Un ejemplo claro es cuando una paciente refirió que el motivo de su intento de suicidio fue juntarse con su hermanita muerta en el cielo, por ser Navidad. Estadísticamente, más del 50% de los suicidas consultaron antes del acto y no fueron diagnosticados o fueron tratados de manera inadecuada. El alcohol, los sedantes, los opiáceos y casi todas las drogas psicodélicas son depresivos y, de manera paradójica, a menudo se utilizan en la automedicación de la depresión.
 
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